Se parece al diálogo que dejé el jueves veintitrés de abril en el blog de Draco (ZP- 192, el MeZquino).
Diálogo ficticio sostenido entre la “Menestra” de cultura (MC) y un sobrinito suyo (SS) que se quedó un día a dormir en su casa, con la apostilla final del apuntador.
SS dice: Cuéntame un cuento Angelita.
MC dice: No que luego me delatas y la SGAE, que es muy pillina, después me dará la lata.
SS dice: Anda, sí, cuéntame un cuento.
MC dice: Qué no, qué no, vaya plasta es este pequeño progre, es plasta hasta decir basta.
SS dice: Pues juguemos al parchís, o a la oca, o a las damas, vete montando el tablero mientras me pongo el pijama.
MC dice: No insistas más en el tema. Ni cuentos ni zarandajas van a permitir que mengüen, -por el puñetero canon -, mis merecidas ganancias.
Vete contando ovejitas, verás que bien te lo pasas y es gratis que sus balidos aún están libres de tasas.
El Apuntador dice: Eso dijo su excelencia la “menestra” de cultura a un sobrinillo que un día se fue a dormir a su casa.
Un abrazo y… ¡cuidado!, cuidado con las nanas que cantáis a vuestros hijos, estos pollos tienen espías hasta en los pies de sus cunas.
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Se parece al diálogo que dejé el jueves veintitrés de abril en el blog de Draco (ZP- 192, el MeZquino).
Diálogo ficticio sostenido entre la “Menestra” de cultura (MC) y un sobrinito suyo (SS) que se quedó un día a dormir en su casa, con la apostilla final del apuntador.
SS dice:
Cuéntame un cuento Angelita.
MC dice:
No que luego me delatas
y la SGAE, que es muy pillina,
después me dará la lata.
SS dice:
Anda, sí, cuéntame un cuento.
MC dice:
Qué no, qué no, vaya plasta
es este pequeño progre,
es plasta hasta decir basta.
SS dice:
Pues juguemos al parchís,
o a la oca, o a las damas,
vete montando el tablero
mientras me pongo el pijama.
MC dice:
No insistas más en el tema.
Ni cuentos ni zarandajas
van a permitir que mengüen,
-por el puñetero canon -,
mis merecidas ganancias.
Vete contando ovejitas,
verás que bien te lo pasas
y es gratis que sus balidos
aún están libres de tasas.
El Apuntador dice:
Eso dijo su excelencia
la “menestra” de cultura
a un sobrinillo que un día
se fue a dormir a su casa.
Un abrazo y… ¡cuidado!, cuidado con las nanas que cantáis a vuestros hijos, estos pollos tienen espías hasta en los pies de sus cunas.
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